Balterius

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5 de agosto de 2011

Arranca la SETIC con el éxito de Los Mojitos


El día en que comienza la SETIC siempre te acuerdas del último día de la edición anterior. Por ejemplo, estás subido al andamio colgando los focos para que debuten Los Mojitos y te acuerdas de cuando estabas subido al andamio colgando los focos para que actuara Mayalde. En realidad, lo que quiero decir es que uno está sujetanto el andamio (el cual, por otra parte, se sujeta solo) mientras Gelo cuelga los focos y recuerdas cómo hace un año estabas sujetando el mismo andamio (que también entonces se sujetaba solo) mientras Gelo colgaba los focos. En definitiva, que uno tiene a veces la impresión de ser un zombi que sestea bajo tierra hasta que escucha la llamada balteriana y acude a Villabalter a sujetar andamios, que como todo el mundo sabe, se sujetan solos.

El caso es que, fuera por que esta edición es la número trece, fuera porque a las fuerzas del más allá no les ha gustado el cambio de corporación municipal, tuvimos algunos problemas al arrancar. Estábamos orgullosos mirando lo bien que funcionaba nuestra máquina de humo cuando descubrimos que no se trataba de la misma, sino que se estaba chamuscando el dimmer, el aparato que regula la corriente para los focos y el sonido. Por fortuna somos gente de recursos, así que resolvimos el problema.

También la lluvia también nos amenazó a eso de las diez, pero las gotas se quedaron en un orvallo ni siquiera merecedor de tal nombre. Una balteriana veterana recordó que en doce ediciones solo se había suspendido una actuación.

Los problemas eléctricos amenizaron el discurso de las autoridades. Temerosas ante la posibilidad real de quedarse a oscuras en el escenario, liquidaron con celeridad el trámite y tuvieron, por una vez, el buen gusto de no dar mucho el coñazo; o a lo mejor, quién sabe, recordaron que el dinero que aportan a la SETIC no es suyo, sino que es de todos, y consideraron que tal circunstancia es sufciente para eximir al personal de sus manidos discursos.

Y luego comenzó el teatro, que al fin y al cabo, es lo que importa. Los Mojitos, el grupo que dirige Manolo García (el nuestro, no el de El último de la fila) pusieron en escena la más célebre de las astracanadas de Pedro Muñoz Seca: La venganza de don Mendo. Antes de arrancar habían circulado algunos rumores acerca de la aficción a empinar el codo del elenco; pero lo cierto es que, una vez que se hicieron con el espacio escénico, se mantuvieron sobrios, lidiaron con entereza los olvidos del texto y arrancaron una buena dosis de carcajadas al numeroso público congregado. Los aplausos fueron más que merecidos; seguro que Los Mojitos los siguieron escuchando durante un buen rato y dieron por bien empleado el tiempo que han dedicado a preparar su versión de Don Mendo. Esperemos que esta obra sea la primera de una larga trayectoria.

La pieza es de sobra conocida, pero vale la pena resaltar una macabra anécdota de su autor, el portuense Pedro Muñoz Seca, para comprender el cuajo del sujeto. Cuentan que cuando iba a ser fusilado en Paracuellos del Jarama se dirigió a sus ejecutores: "Podéis quitarme la hacienda, mis tierras, mi riqueza, incluso podéis quitarme, como vais a hacer, la vida, pero hay una cosa que no me podéis quitar...y es el miedo que tengo". Sus últimas palabras bien valen toda una vida. Cuando los soldados estaban a punto de disparar, les dijo: "Me temo que ustedes no tienen la intención de incluirme en su círculo de amistades." Es evidente que tenía razón.

Después de recoger nuestros aperos, celebramos una cena medieval de hermanamiento entre mojitos y balterianos. La noche invitaba a cenar al aire libre y el vino corría sin compasión mientras le hincábamos el diente a un sabroso cordero sepultado entre dos losas de pan blanco. Y luego, por supuesto, llegaron las botellas de mojito.

Hoy a las 22:30, Balterius'98 pone en escena Queimada: un Western en tres actos.

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