Balterius

Balterius

7 de agosto de 2013

La gente del camino

Como siempre que hay un día balteriano grande, y ayer lo fue, conviene poner todo en orden y empezar por donde se debe: por el final. Volvía yo a casa de madrugada, mitad pedaleando, mitad aleteando, mientras trataba de imaginar cómo iba a condensar en un post del blog todo lo vivido. Para que se hagan una idea de mi regreso, les dejo una foto que me hizo el radar un día que volvía todo alegre cantando aquello de "y cuanto más acelero más calentito me pongo".

Solo unos minutos antes, los balterianos, ejército morado como un campo de lilas, como las berenjenas, como el cipote de un babuino, habíamos renovado nuestros votos teatrales en el cuartel general de casa de Gelo. La presi izó la bandera mientras sonaba la canción que nos ha regalado el trovador. Todos nos llevamos una mano al pecho y otra a los genitales mientras jurábamos fidelidad a Balterius.



Y no se vayan a creer que somos así de friquis al natural. De día, somos gente de bien. Algunos de entre nosotros, ayudamos a las viejas a cruzar la calle, construimos nidos para los pajarillos abandonados, bordamos banderitas de España y se las regalamos a los huérfanos y estamos a un tris de afiliarnos al PP. Lo que yo les diga.

Lo que pasa es que anoche estábamos emocionados, felices de participar en la ilusión colectiva del teatro. En Balterius, no hace falta subirse al escenario para sentir los nervios de antes de que se encienda el primer foco ni para que se te erice el vello de la nuca con los aplausos. Basta con que unos pocos de nosotros estén allí, sobre las tablas, para que esa corriente se transmita a través de todos (eso o me he vuelto a sentar encima de los cables, vamos).

Ayer fueron Manolo, Judit, Alex, Marta, Laura, Marcos, Bego y Darío los que se encargaron de transmitir la emoción a todos los demás. Una de las máyores satisfacciones que produce este grupo es ver cómo el talento aparece en todas las generaciones para mezclarse luego sobre el escenario. Y es que en ¡Viva el Duque, nuestro dueño! vemos a algunos de los balterianos de más pedigrí rodeados por la sangre más joven del grupo. Balterius es más intergeneracional cada año.


Ya hemos dicho que la energía fluye en Balterius sin interupciones, y tal vez por eso los nuevos parece que lleven toda la vida haciendo teatro y los veteranos conserven la ilusión de los comienzos. Manolo retomó su rol de director, Alex aleteó por el escenario con su pluma de Sigüenza, Marcos y Begoña se enzarzaron en varias disputas aferrados a la bota de vino y al vientre hinchado respectivamente, Marta y Judit regalaron gracejo sureño mientras lucían sus roñosas piernas, Laura cojeó de un lado para otro como si fuera una auténtica tullida y Darío encarnó el solo a las huestes moras que parecían venir de Monforte. Un placer verlos a todos ahí arriba.

Por supuesto, era el compañero Quino quien estaba detrás del montaje. Sereno como un filósofo budista, supervisó el desempeño de los actores sobre las tablas y, a pesar de su estricto criterio, dio por bueno el estreno.


El público se lo pasó en grande con las cuitas de los infelices cómicos. Sobra insistir en lo mucho que se identifica el personal en estos tiempos con los miserables que deambulan sin tener dónde caerse muertos. Como ya se dijo ayer, la mala leche nunca sobra. Los cómicos que malviven bajo la direeción de Carcoma son gentes del camino, sin hogar ni posibilidad de un futuro más digno, embarcados en un viaje sin billete de vuelta en el que solo cabe la huída hacia adelante; por eso se les perdonan sus pequeñas miserias y sus arrebatos.

Cuando llegaron los aplausos, todos los presentes nos sentíamos ya parte de la familia del carromato. Los cómicos son la estirpe de los desheredados y por eso bailan mejor que nadie sobre el suelo inestable que todos pisamos.

Hoy tenemos programa doble. A las 20:30, la sección infantil de Balterius 98 representa Riquete el del copete y otras historias. A las 22:30 y dentro de la III edición del Día del Cuento Balteriano, los maragatos Guerreros de Finn, entre los que se ha infiltrado algún balteriano que otro, nos traen la Noche de druidas. Que no falte nadie allí.




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